La fotografía analógica es un arte que ha perdurado a lo largo de las décadas, resistiendo la llegada de la era digital y la inmediatez de nuestros tiempos. En un mundo dominado por cámaras digitales y sobre todo, por teléfonos inteligentes, la fotografía analógica sigue teniendo un lugar especial. Sin embargo, cuando hablamos de fotografía analógica, realmente nos referimos a fotografía química, ya que, para que tenga lugar, debe pasar por diferentes procesos químicos.
Todo comienza al elegir nuestro rollo, que puede ser de formato 135 (o más comúnmente conocido como 35 mm), formato 110, formato 120, entre otros, y además, puede ser en blanco y negro o a color. Cada rollo o película tiene sobre su base (usualmente de acetato) un aglutinante que es una gelatina la cual contiene una emulsión. Esta emulsión está hecha a base de haluros de plata que son sensibles a la luz y dependiendo del tamaño y la cantidad de estos cristales, variará su sensibilidad, dando así como resultado el ISO.
Una vez que colocamos nuestro rollo en la cámara, al tomar una fotografía, el obturador deja pasar la luz hacia la película y forma lo que llamamos “imagen latente” que básicamente es una imagen que existe, pero no físicamente aún, es decir, no se puede ver todavía. Para que pueda verse, debe pasar por un proceso químico conformado por varios pasos continuos.
Este proceso continúa en el cuarto oscuro, cuando se saca la película del magazine o carrete (lo que contiene al rollo) para, posteriormente, pasarlo a tanques especiales -dependiendo del proyecto- donde entrará en contacto con los químicos: revelador, baño de paro, fijador, agua, entre otros. Cada uno cumple una función en específico que permitirá dar lugar a la imagen en negativo, es decir, tonalmente invertida.
El proceso de revelado de película en Blanco y Negro es más sencillo porque las emulsiones tienen menos capas, al contrario de películas a color, cuyas emulsiones incluyen capas de colores. Al proceso de revelado a color más común se le conoce como C41 (nombre dado por Kodak).
Una vez que ya fue revelado el rollo, hay que positivarlo para poder apreciar la imagen como la vemos en la realidad. Los procesos que se usan para esto pueden ser ampliaciones o escaneo. En nuestro caso, usamos escáneres especiales que digitalizan el negativo a positivo, generando una imagen de alta calidad y respetando las condiciones particulares de cada rollo.
El proceso de revelado es una parte integral de la experiencia de la fotografía analógica. A medida que tus fotos o rollos pasan por un proceso químico, puedes experimentar una sensación de satisfacción y logro que no se puede comparar con la inmediatez de la fotografía digital. Además, el proceso químico te permite experimentar con diferentes formas o métodos para revelar tus imágenes. Puedes jugar con la temperatura, agitación, tiempo e incluso diferentes tipos de reveladores que dan como resultado imágenes aún más especiales.
La fotografía analógica también destaca por su calidad y la temperatura de los colores. Las fotografías analógicas tienen una textura y una profundidad que son difíciles de replicar con la fotografía digital. Los colores suelen ser más ricos y naturales, y las imperfecciones, como el grano de la película, le dan una definición especial, dependiendo de cada emulsión, del proceso de revelado e inclusive de la agitación. Además, también se puede manipular la latitud de exposición, que es la tolerancia que tiene una emulsión a exposiciones que no son las correctas, para lograr resultados aún más únicos.
En resumen, la fotografía analógica es un mundo mágico, que nos permite conectarnos con el pasado, experimentar la emoción de la espera -aunque estamos trabajando para que sea cada vez más corta-, disfrutar del proceso de revelado y obtener imágenes de calidad excepcional. Aunque la fotografía digital ha tomado el centro del escenario, la fotografía analógica sigue siendo amada por muchos como una forma de arte auténtica y atemporal. Así que, si aún no has tenido la oportunidad de probarla, es momento.
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Te recomendamos el FujiFilm 400, el Kodak Gold 200 o el Ilford HP5 que es en Blanco y Negro.
Escrito por Claudia Tirado, ejecutiva de Ventas.